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Y vaya si lo es. Para empezar no está dirigida por Jun Fukuda, o Ishiro Honda que eran los realizadores oficiales de la saga entonces, sino Yoshimitsu Banno, antiguo asistente de dirección de directores como Akira Kurosawa que deuta aquí la realización, y que rompe moldes haciendo gala de un estilo que casi podriamos catalogar de experimental. Como curiosidad Banno, que falleció en 2017 ha sido acreditado como productor ejecutivo en la serie de Godzilla de Legendary, ya que gracias a él la productora pudo tener acceso a los derechos de Godzilla que en ese momento estaban en manos de él con la idea de realizar un mediometraje en 3D.
Banno vuelve a un tono más adulto frente al infantilismo que había inyectado Fukuda en las anteriores entregas de la saga y había perpetuado Honda, y si en el original se ponía el foco en los peligros de la era atómica, aquí se señala los peligros de la contaminación medioambiental, representada en Hedorah, burbuja tóxica mutante y venenosa que se alimenta de la polución que el ser humano crea con su industria y su tecnología. Pero es que además Banno, hace gala de recursos estilisticos inauditos en la saga, como el uso de insertos animados al estilo del Oliver Stone de "Aesinos natos", unos títulos de créditos dignos de las películas de James Bond con cantante incluida apareciendo en ellos(Toho siempre ha mirado mucho hacia el cine occidental, todo hay que decirlo) y muchos momentos de pura lisergia surrealista, sobre todo aprovechando escenas que involucran a jovenes hippies japonese. Lo del borracho que en una discoteca empieza a ver a todos los asistentes con cabeza de pez, bueno más bien evidentes máscaras, es de traca). Una secuencia digna de los videoclips que firmaba Valerio Lazarov en los especiales musicales de TVE de la época.
Una película totalmente bipolar, donde se muestran momentos de gran crudeza cercanos al cine de terror(Las víctimas de los gases sulfuricos de Hedorah siendo corroidas hasta los huesos) con algún otro de un infantilismo ridiculo descacharrante, en especial la infame escena en la que Godzilla usa su aliento a´tomico para volar al más puro estilo Superman y que desentona bastante dentro de las intenciones de seriedad del director, pero que al mismo tiempo contribuye al aire bizarro que sobrevuela en todo momento en el film.